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Lector Mal-Herido

Mal-herido es el  enragé  de las bitácoras literarias, el clásico juerguista que la lía al final de la velada. Pero con una paradójica seriedad de fondo. El escritor Alberto Olmos alumbró a su Mr. Hyde bloguero, Juan Mal-Herido en 2005 con la divisa de “decir tonterías y barbaridades para impugnar el discurso de lo políticamente correcto, esto es, para delatar la inutilidad de cualquier discurso. Si se hacen reseñas literarias, o se parte de la reseña literaria para ir verbalmente en cualquier dirección, es porque nada inspira más la estupidez que leer libros estúpidos”.  Seis años de tanta  estupidez  han convertido el blog de Mal-herido en un peligro público, y no porque la pacatería de Google, que gestiona la web Blogger donde Mal-Herido cuelga su bitácora, le haya colocado tres estúpidos rombos  que entorpecen el acceso, sino porque no ayunta con nadie, y a la vez es casi imposible cogerle en flagrante acto de injusticia.  El éxito del blog propició además una curiosa evolución con